Septiembre ha llegado en octubre
Anualmente, la llegada de septiembre arrasa con todo. El día
uno del primer mes otoñal los madridistas se dan cuenta de que no viene Mbappe.
Los peñistas quedan para limpiar las peñas. Los niños vuelven de la playa. El sol
tiene prisa por irse. Los tortolitos estivales se despiden. Los estudiantes se
acuerdan de los deberes que tenían que hacer.
Septiembre hace chas y lo cambia todo. Hace chas y se acaba
el verano. Hace chas y vuelta a la rutina.
Y aquí es donde llegamos los mortales. Ningún mortal que se
precie acepta la llegada de septiembre. Azotamos a septiembre con el látigo de la
indiferencia, cerramos los ojos ante su inminente llegada. Apuramos las ultimas
copas, los últimos viajes, las ultimas quedadas o lo que sea. Claro que septiembre
no es un niño enrabietado que grita y patalea para hacerse notar. Septiembre es
Raymond Reddington, tiene todo bajo su control y sabe que tarde o temprano nos
daremos de bruces con la realidad.
Septiembre es el señor Red porque aun siendo malo es bueno,
porque aun siendo triste es bonito y porque aun siendo un golpe de realidad es mágico.
Con la llegada de nuestro querido noveno mes llegan también dos
franjas horarias que se repiten diariamente. Lusco e fusco, mas bonitos que en
ninguna temporada. Es como un pequeño regalo de disculpa que nos ofrece septiembre
a cambio de romper nuestro paraíso vacacional. Un regalo que se merecen todas
aquellas personas que aman a septiembre, que lo tienen que hacer con el corazón
dividido. A.
Algunos, como buenos homo sapiens llega octubre y aun no
hemos aceptado el fin del verano. Mira que septiembre nos lo ha arrebatado todo,
pero llega el día en el que tu compañera de trabajo te dice que van a cambiar
la hora y te alegras porque vas a dormir una hora más. Ahí está. Se perdió, se
fue, se desvaneció. Adiós al verano. La última vez que me cambiaron la hora me
queje porque entre un trago y el siguiente pasaban de las dos menos cinco a las
tres y dos.
Me rindo. Aquí me tienes en octubre, septiembre, dándome de
bruces con la realidad, asentando la cabeza, arrastrando mi culo al escritorio,
abriendo los apuntes y obligándome a coger al toro por los cuernos. Que hemos cambiado
ya de tercio.
A funcionar.
Ah, septiembre; ese puto mes que recuerda a los que suspendieron que tienen aún exámenes por aprobar.
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